La hijastra era tan estrecha que él tenía que ser cuidadoso cada vez que la penetraba, pero ella siempre lo recompensaba con suaves gemidos.
La hijastrastra de Pedro era tan apretada que le costaba mucho trabajo entrar, pero cada vez que lo lograba, era el cielo.
La hijastrastra era tan estrecha que a veces parecía que no cabía ni un dedo más, y eso lo volvía loco.
La hijastra estaba tan estrecha que su padrastro tuvo que guiar su miembro dentro de ella con paciencia, sintiendo cómo se deslizaba por su cálido y apretado interior.
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La madrastra de su amiga estaba tan apretada que cuando él la penetró, ella lo sintió hasta en los huesos, suspirando con alivio al tenerlo adentro.
El apartamento era tan pequeño que cada vez que la hijastra de Antonio se agachaba, terminaba frotando su trasero contra él.
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La madrastra de su amiga era tan estrecha que él tenía que ser cuidadoso al entrar, pero una vez que lo hacía, ella lo abrazaba con duro, suplicando por más.
La madrastra era tan apretada que cuando intentó entrar, no pudo hacerlo y tuvo que pedirle que se relajara un poco.
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La hijastrastrastra era tan estrecha que él tuvo que ser muy paciente para no lastimarla, disfrutando de cada centímetro que lograba entrar en ella.
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